Desde el punto de vista farmacológico, una de las vías más eficaces para el tratamiento del exceso de adiposidad es la supresión del apetito. Sin embargo, debido a la defensa fisiológica natural del cuerpo a la pérdida de peso y a los problemas de tolerabilidad que suelen acompañar a los agentes anoréxicos, aprovechar este enfoque para inducir una pérdida de peso sostenida suele ser más fácil de decir que de hacer. Por ello, para abordar estos desafíos, los investigadores han combinado un conocimiento profundo del eje intestino-cerebro con avances en ingeniería de péptidos para diseñar terapias que imiten las acciones de las hormonas endocrinas para promover un balance energético negativo. De hecho, los agonistas multirreceptores que se dirigen a los receptores GLP-1, GIP y glucagón producen una pérdida de peso significativa en personas con obesidad. En este artículo, se proporciona una justificación de cómo la activación del receptor GIP en el cerebro y el receptor de glucagón en el hígado y el tejido adiposo funcionan para sinergizarse con el agonismo del receptor GLP-1 para frenar el impulso de alimentarse y encender la combustión del exceso de calorías para proporcionar una pérdida de peso de próxima generación.