El mantenimiento de la homeostasis es esencial para la salud, y el deterioro progresivo de los procesos homeostáticos es un sello distintivo del envejecimiento. Los ritmos ambientales diarios amenazan la homeostasis, y los relojes circadianos han evolucionado para ejecutar los procesos fisiológicos de una manera que anticipa, y por lo tanto mitiga, sus efectos sobre el organismo. Los relojes están activos en casi todos los tipos de células; su ritmicidad y resultado funcional están determinados por una combinación de entradas intrínsecas al tejido y sistémicas. Numerosas entradas para un tejido específico son producidas por la actividad de los relojes circadianos de otros tejidos o tipos de células, generando una forma de crosstalk conocida como comunicación de reloj. Estos mecanismos de comunicación del reloj se deterioran durante el envejecimiento y cada vez hay más pruebas de que este deterioro podría provocar morbilidades relacionadas con el envejecimiento. Las intervenciones dietéticas, conductuales y farmacológicas pueden ofrecer la posibilidad de superar estos cambios y, a su vez, mejorar la longevidad.
