El corazón se adapta a las cambiantes demandas fisiológicas mediante interacciones bidireccionales con el cerebro. Estas interacciones están mediadas por extensos circuitos de retroalimentación del sistema nervioso autónomo cardíaco, una compleja red de neuronas y células gliales. Si bien la presencia de glía en el corazón y su sistema nervioso se conoce desde hace décadas, solo recientemente se ha comprendido su contribución a la fisiología y fisiopatología cardíacas. A medida que se descubren nuevos tipos de glía cardíaca, se hace evidente que representan poblaciones celulares heterogéneas en distintas localizaciones anatómicas del sistema nervioso cardíaco, contribuyendo no solo al control autónomo del corazón sano, sino también a los cambios patológicos en el corazón enfermo.