Veo a muchas personas entre los profesionales intentado demostrar que es mejor que los demás. Sabe más, no se equivoca y es poco más que excelente. Y no queda ahí, hace menos a los demás para destacar con frases del estilo: no sabe de lo que habla, te haría falta hacer un curso o formación de tal o cual, espero que nadie caiga en tus manos… Entre otras lindezas.
Desgraciadamente, en el mundo real, las cosas no funcionan así. No lo sabemos todo, podemos meter la pata y hay veces que las cosas no van bien con alguien y tenemos que derivar a otro profesional del ramo.
Con lo cual, en un mundo como son las redes y otros canales de difusión, donde hay mucho humo y espejos y falta de ética, igual habría que optar por ser el adecuado. Es decir, ese profesional que sabe trabajar en equipo, no necesita hablar mal de otros para destacar, le da el lugar que corresponde como protagonista (porque es su vida) a la persona que se pone en sus manos y, si no ve las cosas claras, deriva a otro compañero porque es lo correcto.
Es una idea que hace unos once años expuso magistralmente, en el primer Obesity Tour, mi compañero Antonio Jesús Sánchez Oliver.