Los cambios en las hormonas gastrointestinales a lo largo del ciclo de 24 horas influyen en el riesgo de obesidad cuando se produce una desalineación de nuestra biología circadiana con los ciclos conductuales. Una mejor comprensión de cómo el cronotipo modula el apetito podría permitir la prescripción personalizada de ejercicio, dieta y/o medicación para promover la reducción del riesgo de enfermedades crónicas.