Tanto el aumento de peso como la restricción del sueño reducen la sensibilidad a la insulina. Sin embargo, no se sabía si la duración del sueño altera el metabolismo de la glucosa en respuesta a la sobrealimentación. Este trabajo evidencia que en periodos de aumento de la ingesta alimentaria y peso, la reducción de sueño redujo destacadamente la sensibilidad a la insulina, no así en aquellos sujetos con un sueño completo.